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  • Foto del escritorBea Herrera

La captura de movimiento o el movimiento para capturar los derechos de las danzas comunitarias

Actualizado: 26 oct 2021

Beatriz Herrera Corado

La apropiación cultural, la tecnología y el concepto de “danzas indígenas”, configuran una triada de campos de poder en su análisis y campos de acción en sus posibilidades. Cada uno de estos tres temas pueden verse como ejes que están trazados sobre asimetrías en un mundo desigual, en el que la concepción occidental de danza pareciera aún el hada etérea que rehuye de las tensiones que la rodean. Al enfocarse en dicha tríada, Jorge Poveda evalúa el posible uso de tecnología como herramienta en casos de apropiación cultural para proteger las danzas de poblaciones indígenas de la comodificación capitalista para beneficio ajeno.


En una primera instancia, tanto los antecedentes sobre la protección de derechos de autor y el régimen de copyright como la apropiación cultural en el campo de la danza occidental, remiten a una época histórica en específica: la danza moderna estadounidense. No deja de ser interesante las tensiones e incomodidades que supone asumir los diversos ejemplos de apropiación cultural de varios coreógrafos estadounidenses como un patrón recurrente, la poca aceptación del concepto de blanquitud estructural y el escaso abordaje sobre la danza de las poblaciones diaspóricas u originarias como un campo de contenido a partir del cual las y los coreógrafos modernos elaboraron sus obras. Reconocer la apropiación cultural no supone que dichos coreógrafos no hayan trabajado obras “originales”, no es oscurecer la labor coreográfica documentada en partituras; sino establecer que dicha originalidad fue construida a partir de fuentes a quienes nunca se les ha reconocido como autores y que, al mismo tiempo, se les ha despojado sistemáticamente de cualquier posibilidad de presentarse como creadores.


En segundo lugar, escribo “danzas indígenas” entre comillas porque es un tema que aún puede trabajarse más para propiciar una representación adecuada de la gran cantidad de prácticas en una amplitud geográfica imposible de abarcar aquí. Me parecería más apropiado especificar que se puede tratar tanto de las danzas rituales ancestrales y comunitarias de los pueblos originarios, como de artistas que pertenecen a dichos pueblos, quienes producen trabajo creativo. Por sobretodo, son las prácticas comunitarias las que han sido más vulnerables de apropiación cultural, y se han considerado como el rostro opuesto de la “modernidad”. Justamente Jorge Poveda se hace la pregunta ¿Cómo podemos replantear el concepto de “modernidad” para incluirnos a todos en él? ¿Implicaría ceder a las prácticas de comodificación capitalista?


En este sentido, las prácticas comunitarias ancestrales pertenecen al dominio público porque carecen de alguna especie de patente que las proteja. ¿Protegerlas de qué? No es solamente de coreógrafas buscando fuentes exóticas para sus obras, sino también de productos tecnológicos tales como videojuegos en los que los movimientos de una danza pueden mercantilizarse sin retribuir o atribuir nada a las personas que las practican. Por lo tanto, Jorge Poveda propone la tecnología de captura de movimiento para generar un archivo de prácticas corporales que puedan identificarse al momento de que sucedan casos de apropiación cultural.





¿Existe un abismo entre las danzas ancestrales comunitarias y la tecnología? Esta es la pregunta que queda flotando en la conversación, y para la cual es preciso tratar con detalle de qué tecnología estamos hablando. La captura de movimiento opera principalmente ubicando posiciones en el espacio a partir de sensores en el cuerpo, guardando así la capa más superficial de una danza. Más allá de las distintas opciones de equipos tecnológicos con los que podrían realizarse estas capturas, algunos más accesibles que otros, cabe preguntarse ¿cómo se sostendría un archivo de tales capturas? En una visión pesimista sobre la sostenibilidad de tal intención, considero que la grave situación de exclusión que se ha impuesto sobre distintos pueblos originarios a nivel global dificulta el resguardo de sus prácticas y la infraestructura necesaria. Además, es preciso recordar que durante el régimen colonial en América Latina, muchas prácticas de los pueblos originarios se sostuvieron al estar ocultas y al esconderse detrás de actividades cristianas.


Por lo tanto, la exposición tecnológica es un amplio tema que debe debatirse con atención y cuidado. Estamos inmersos en una amplia circulación de la información, pero, en todo caso, este tema debe incluir en la conversación a las poblaciones practicantes de danzas, para quienes el riesgo de apropiación cultural, se añade a otras situaciones de vulnerabilidad. Como antropóloga, el proceso de mediación en tecnología va más allá del propósito de los dispositivos mismos y corresponde incluir la socialización alrededor de los dispositivos y procesos. Tal mediación también podría incluir la protección de los datos, la blockchain y el software de código abierto, temas regularmente ajenos a la profesión de la danza, pero que entran en juego para permitir que la tecnología responda a las necesidades y concepciones de las personas que las utilizan.


El punto que me interesa resaltar es ¿cómo llevar a cabo tal conversación sobre el uso de tecnología en las danzas que se manifiestan de manera comunitaria? En este sentido, la presentación de Jorge Poveda sirve de provocación para replantearse cómo las instituciones culturales pueden responder a tejer estos distintos campos de conocimiento con el objetivo de establecer diálogos inclusivos sobre la protección de las danzas. Tal ha sido el caso de la organización Embodying Reconciliation/Cuerpos para la reconciliación en Colombia que ha utilizado la captura de movimiento entre sus procesos de formación a gestores culturales. A partir de estos esfuerzos incipientes, quedan abiertas la preguntas ¿cómo podría ser sostenible el uso de la tecnología en las diversas poblaciones humanas?, ¿cómo utilizar estas herramientas de manera que la tecnología misma permita el resguardo de derechos y la creatividad sin convertirnos en una fuente de extracción de datos?




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